Löydetty 425 Tulokset: reino unido

  • yo consolidaré el trono de tu reino como se lo prometí a tu padre David cuando le dije: No te faltará un varón sobre el trono de Israel. (II Crónicas 7, 18)

  • Con las maderas el rey hizo balaustradas para el templo del Señor y para el palacio real, y cítaras y arpas para los cantores. Nunca se había visto una madera igual en el reino de Judá. (II Crónicas 9, 11)

  • y doce leones a ambos lados de las gradas. Nunca se había hecho cosa semejante en reino alguno. (II Crónicas 9, 19)

  • Salomón reinó cuarenta años en Jerusalén sobre todo Israel. (II Crónicas 9, 30)

  • Roboán llegó a Jerusalén y convocó a la casa de Judá y de Benjamín: 180.000 hombres de guerra, para luchar contra Israel y recuperar el reino. (II Crónicas 11, 1)

  • De esta manera consolidaron el reino de Judá y reforzaron a Roboán, hijo de Salomón, los tres años que éste siguió el camino de David y Salomón. (II Crónicas 11, 17)

  • Cuando Roboán se consolidó en el reino y se sintió fuerte, abandonó la ley del Señor, y con él todo Israel. (II Crónicas 12, 1)

  • Roboán se reafirmó en Jerusalén y continuó su reinado. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad elegida por el Señor entre todas las tribus de Israel para morada de su nombre. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. (II Crónicas 12, 13)

  • Reinó tres años en Jerusalén. Su madre se llamaba Maacá, y era hija de Uriel, de Guibeá. Estalló la guerra entre Abías y Jeroboán. (II Crónicas 13, 2)

  • ¿Acaso habéis olvidado que el Señor, Dios de Israel, dio a David el reino sobre todo Israel a perpetuidad, y que fue refrendado con él y sus descendientes mediante un pacto inviolable? (II Crónicas 13, 5)

  • y se le han unido unos hombres miserables y perversos que se impusieron a Roboán, hijo de Salomón, pues era joven todavía y tímido y no los pudo resistir. (II Crónicas 13, 7)

  • ¡Y ahora andáis vosotros pregonando que os mostraréis fuertes contra el reino del Señor que detentan los descendientes de David, porque sois una multitud innumerable y tenéis con vosotros los becerros de oro que os legó como dioses Jeroboán! (II Crónicas 13, 8)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina