Löydetty 48 Tulokset: milagro del maná

  • Desde ese momento el maná dejó de caer y los israelitas, desde aquel año, se alimentaron de los productos de la tierra de Canaán. (Josué 5, 12)

  • Cuando los príncipes de Babilonia le enviaron una embajada para preguntarle sobre el milagro que había tenido lugar en el país, si Dios le abandonó, fue sólo con el fin de probarlo y conocer el fondo de su corazón. (II Crónicas 32, 31)

  • Les diste tu espíritu bueno para instruirlos; no negaste el maná a su boca y les procuraste agua para calmar su sed. (Nehemías 9, 20)

  • Bendito sea el Señor, pues su amor me hizo un milagro en una ciudad amurallada. (Salmos 31, 22)

  • hizo llover maná para saciarlos, les regaló el trigo de los cielos; (Salmos 78, 24)

  • Por esto fueron solamente ellos dos salvados de seiscientos mil hombres de a pie, para introducirlos en la heredad, en la tierra que mana leche y miel. (Eclesiástico 46, 8)

  • y cumpliré el juramento que hice a vuestros padres de darles una tierra que mana leche y miel, como sucede al presente". Yo respondí: "Sí, Señor". (Jeremías 11, 5)

  • Y les diste este país, conforme habías jurado a sus padres, tierra que mana leche y miel. (Jeremías 32, 22)

  • Por esto se nos han pegado las calamidades y la maldición que el Señor comunicó a su siervo Moisés, cuando sacó a nuestros padres de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel; éste es nuestro caso presente. (Baruc 1, 20)

  • Aquel día alcé mi mano ante ellos jurando sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra que había escogido para ellos, una tierra que mana leche y miel, un paraíso entre todas las tierras. (Ezequiel 20, 6)

  • Pero en el desierto alcé mi mano y les juré que no los llevaría al país destinado para ellos, tierra que mana leche y miel, un paraíso entre las tierras, (Ezequiel 20, 15)

  • Y no pudo hacer allí ningún milagro, aparte de curar a algunos enfermos imponiéndoles las manos. (Marcos 6, 5)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina