Löydetty 59 Tulokset: hubiera
Si el Señor no me hubiera ayudado, el silencio sería bien pronto mi morada. (Salmos 94, 17)
Si tu ley no hubiera hecho mis delicias, yo hubiera perecido en la miseria; (Salmos 119, 92)
Canción de las subidas. De David Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga la casa de Israel-, (Salmos 124, 1)
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte cuando se lanzaban los hombres contra nosotros, (Salmos 124, 2)
El tal Simón, delatador de los tesoros y traidor a la patria, calumniaba a Onías, como si hubiera sido el instigador contra Heliodoro y causa de sus males. (II Macabeos 4, 1)
En consecuencia, el rey absolvió a Menelao, causante de tanta crueldad, y condenó a muerte a aquellos infelices, que hubieran sido absueltos aun en el caso de que su causa se hubiera presentado ante un tribunal cruel. (II Macabeos 4, 47)
Pues si la ciudad no hubiera estado envuelta en pecado, Antíoco habría sido bien flagelado y reprimido en su audacia, como lo fue Heliodoro, mandado por Seleuco a robar el tesoro. (II Macabeos 5, 18)
Antíoco sospechaba que lo despreciaba, y pensó que también lo recriminaba. Pero, con todo, al más joven, que quedaba todavía, no solamente le exhortaba con palabras, sino que le prometía con juramento enriquecerlo de una vez y hacerle el más feliz, y, una vez que hubiera renegado de su religión y abandonado las leyes patrias, tenerle como amigo, proveerle de todo lo necesario y darle un cargo de gobierno. (II Macabeos 7, 24)
Los judíos podrán en adelante vivir según sus costumbres en cuanto a las comidas y gobernarse por sus propias leyes, como antes, y nadie será molestado por todo lo que hubiera hecho por ignorancia. (II Macabeos 11, 31)
Puesto que si él no hubiera esperado que aquellos muertos habían de resucitar, vano y superfluo hubiera sido orar por ellos. (II Macabeos 12, 44)
Pero el malvado preguntó si, en efecto, había en el cielo un poderoso que hubiera ordenado santificar el día del sábado. (II Macabeos 15, 3)
Aun cuando hubiera vivido dos veces mil años sin gustar la felicidad, ¿no van ambos al mismo lugar? (Eclesiastés 6, 6)