Löydetty 32 Tulokset: herido

  • si luego se levanta y puede salir fuera apoyado en su bastón, el que le ha herido será absuelto, pero le indemnizará por el tiempo que ha estado en cama y por lo que haya gastado en la cura. (Exodo 21, 19)

  • Si el ladrón, sorprendido en el acto de abrir brecha, es herido y muere, no habrá en ello delito de sangre; (Exodo 22, 1)

  • Pero si lo ha herido con un objeto de hierro y se sigue la muerte, es homicida, y el homicida debe morir. (Números 35, 16)

  • juzgará la comunidad, según estas reglas, entre el que ha herido y el vengador de sangre, (Números 35, 24)

  • Decía en ella: "Poned a Urías en el punto en que más recia sea la batalla; y después dejadle solo para que sea herido y muera". (II Samuel 11, 15)

  • Pero un hombre disparó el arco al azar e hirió al rey de Israel entre las junturas de la coraza. El rey dijo a su auriga: "Da la vuelta y sácame del campo, porque estoy herido". (I Reyes 22, 34)

  • Ocozías se cayó por una ventana del piso superior en Samaría, resultando gravemente herido. Y envió mensajeros a consultar a Belcebú, dios de Ecrón, si se curaría de sus heridas. (II Reyes 1, 2)

  • Fue con Jorán, hijo de Ajab, a luchar contra Jazael, rey de Siria, en Ramot de Galaad, donde cayó herido Jorán, (II Reyes 8, 28)

  • El peso de la batalla cayó sobre Saúl; los arqueros lo alcanzaron y fue mal herido. (I Crónicas 10, 3)

  • David se apesadumbró al ver que el Señor había herido a Uzá, y llamó aquel lugar "Peres Uzá", nombre que todavía lleva hoy. (I Crónicas 13, 11)

  • Pero un hombre disparó el arco al azar, e hirió al rey de Israel entre las junturas de la coraza. El rey dijo a su auriga: "Da la vuelta y sácame del campo, porque estoy herido". (II Crónicas 18, 33)

  • Siguiendo sus consejos, fue con Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, a luchar contra Jazael, rey de Siria, a Ramot de Galaad, donde cayó herido Jorán, (II Crónicas 22, 5)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina