Löydetty 13 Tulokset: gemidos

  • mi vida se consume de tristeza, los gemidos acaban con mis años; la miseria acaba con mis fuerzas, mis huesos se consumen. (Salmos 31, 11)

  • Señor, tú conoces todos mis deseos, mis gemidos no son ningún secreto para ti; (Salmos 38, 10)

  • Cuando los hombres del Macabeo supieron que se ponía sitio a sus fortalezas, suplicaron al Señor, en unión con el pueblo, con gemidos y llantos, que se dignara enviar un ángel para salvar a Israel. (II Macabeos 11, 6)

  • Cumplieron esta orden e invocaron a Dios misericordioso con gemidos, ayunos y oraciones en común durante tres días. Judas los arengó y dio orden de estar preparados. (II Macabeos 13, 12)

  • ¡Óiganse salir gemidos de sus casas cuando, de improviso, mandes tú contra ellos hordas de saqueadores! Pues han cavado una fosa para cazarme y han tendido lazos a mis pies. (Jeremías 18, 22)

  • Esto dice el Señor: "Suben aguas del norte; es un río desbordante que inunda el país y cuanto encierra, las ciudades y sus habitantes. Gritan los hombres, lanzan gemidos todos los habitantes del país, (Jeremías 47, 2)

  • ¡Llegue ante ti toda su iniquidad; y trátalos como a mí me has tratado por todos mis pecados! Pues son muchos mis gemidos y desfallece mi corazón. (Lamentaciones 1, 22)

  • El Señor ha actuado como enemigo, ha devastado a Israel; ha destruido todos sus palacios, ha arrasado sus fortalezas, ha multiplicado en la hija de Judá gemidos y gemidos. (Lamentaciones 2, 5)

  • Lo desenrolló ante mi vista. Estaba escrito por dentro y por fuera, y contenía lamentaciones, gemidos y ayes. (Ezequiel 2, 10)

  • Otra cosa hacéis también vosotros: cubrís de lágrimas, de llantos y gemidos el altar del Señor porque él no acepta ya vuestras ofrendas ni recibe con agrado lo que presentan vuestras manos. (Malaquías 2, 13)

  • He visto bien la esclavitud de mi pueblo en Egipto; he oído sus gemidos y he bajado a librarlos. Y ahora ven, que te voy a enviar a Egipto. (Hechos 7, 34)

  • Igulmente, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, porque no sabemos lo que nos conviene, pero el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inenarrables. (Romanos 8, 26)


“Seja modesto no olhar.” São Padre Pio de Pietrelcina