Löydetty 216 Tulokset: familia de Neftalí

  • Ésta es la heredad de Neftalí, por clanes, con sus ciudades y aldeas. (Josué 19, 39)

  • Éstas son las heredades que el sacerdote Eleazar, Josué, hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de Israel repartieron por suerte en Silo, ante el Señor, a la entrada de la tienda de la reunión. Así se llevó a cabo el reparto de la tierra. (Josué 19, 51)

  • Designaron las siguientes: Cades, en Galilea, en la montaña de Neftalí; Siquén, en la montaña de Efraín; Quiriat Arbá, es decir, Hebrón, en la montaña de Judá. (Josué 20, 7)

  • Los jefes de familia de los levitas se presentaron en Silo, en el país de Canaán, al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de familia de las tribus de Israel, (Josué 21, 1)

  • A los hijos de Guersón, por clanes, les tocaron diez ciudades de las tribus de Isacar, de Aser, de Neftalí y de la media tribu de Manasés, en Basán. (Josué 21, 6)

  • De la tribu de Neftalí, como ciudades de refugio para los homicidas: Cades, en Galilea, Jamot Dor y Racat, con sus respectivos ejidos; tres ciudades. (Josué 21, 32)

  • con diez jefes, uno por cada una de las tribus de Israel, cabezas de familia. (Josué 22, 14)

  • Neftalí tampoco pudo echar a los habitantes de Bet Semes ni de Bet Anat, por lo que se quedaron a vivir entre los cananeos; pero a los habitantes de Bet Semes y Bet Anat los sometieron a trabajos forzados. (Jueces 1, 33)

  • Ella mandó llamar a Barac, hijo de Abinoán, de Cades, en Neftalí, y le dijo: "El Señor, Dios de Israel, ha ordenado esto: Vete al monte Tabor y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y Zabulón. (Jueces 4, 6)

  • Barac reunió a Zabulón y a Neftalí en Cades; lo siguieron diez mil hombres, y Débora fue con ellos. (Jueces 4, 10)

  • Zabulón arriesgó su vida, como Neftalí, en lo alto de sus campos. (Jueces 5, 18)

  • Gedeón respondió: "Por favor, Señor, ¿cómo salvaré yo a Israel? Mi familia es la más humilde de Manasés, y yo soy el último en la casa de mi padre". (Jueces 6, 15)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraco com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina