Löydetty 506 Tulokset: espíritu humano

  • Por tanto, el que desprecie todo esto no desprecia a un hombre, sino a Dios, el cual os da su Espíritu Santo. (I Tesalonicenses 4, 8)

  • No apaguéis el Espíritu. (I Tesalonicenses 5, 19)

  • Que el Dios de la paz os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea conservado irreprochablemente para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (I Tesalonicenses 5, 23)

  • Pero nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos queridos del Señor, porque Dios os ha escogido desde el principio para salvaros por la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. (II Tesalonicenses 2, 13)

  • Y sin duda alguna es grande el misterio de nuestra religión: "Que se ha manifestado como hombre, ha sido acreditado por el Espíritu, se ha mostrado a los ángeles, ha sido anunciado a las naciones, creído en el mundo, elevado a la gloria". (I Timoteo 3, 16)

  • El Espíritu claramente dice que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe, dando oídos a espíritus seductores y enseñanzas diabólicas, (I Timoteo 4, 1)

  • Serás buen ministro de Cristo Jesús si enseñas estas cosas a los hermanos, alimentando tu espíritu con las enseñanzas de la fe y de la buena doctrina, de que tan fiel discípulo te has mostrado. (I Timoteo 4, 6)

  • No descuides el carisma que has recibido y que se te confirió en virtud del Espíritu, cuando te impusieron las manos los presbíteros de la Iglesia. (I Timoteo 4, 14)

  • Pues el Señor no nos ha dado espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de prudencia. (II Timoteo 1, 7)

  • Guarda este preciado depósito con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros. (II Timoteo 1, 14)

  • nos ha salvado, no por la justicia que hayamos practicado, sino por puro amor, mediante el bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo, (Tito 3, 5)

  • confirmando Dios su testimonio con signos, prodigios y toda clase de milagros, y con los dones que el Espíritu Santo reparte según su voluntad. (Hebreos 2, 4)


“A mansidão reprime a ira.” São Padre Pio de Pietrelcina