Löydetty 91 Tulokset: cualquier
En seguida se presentaron al rey y le dijeron a propósito del decreto de prohibición: "¿No has firmado una prohibición que todo el que en el espacio de treinta días dirija una oración a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea arrojado en la fosa de los leones?". El rey respondió: "Sí, así está establecido según la ley de los medos y los persas, que es irrevocable". (Daniel 6, 13)
porque se acuestan junto a cualquier altar sobre ropas tomadas en prenda, y en la casa de su Dios beben el vino de las multas. (Amós 2, 8)
En aquel día los cánticos del templo se convertirán en aullidos, -dice el Señor, Dios-. Serán muchos los cadáveres; silenciosamente se los arrojará en cualquier lugar. (Amós 8, 3)
Si uno lleva carne santificada en la parte extrema de su vestido y toca con su vestido pan, alimentos cocidos, vino, aceite o cualquier clase de alimentos, ¿será esto santificado?". Los sacerdotes respondieron: "No". (Ageo 2, 12)
"Os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre la tierra, cualquier cosa que pidan les será concedida por mi Padre celestial. (Mateo 18, 19)
Se le acercaron unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: "¿Le está permitido al hombre separarse de su mujer por cualquier motivo?". (Mateo 19, 3)
A la puesta del sol, todos los que tenían enfermos de cualquier dolencia se los llevaron; Jesús imponía las manos sobre cada uno de ellos y los curaba. (Lucas 4, 40)
Jesús les dijo: "Todavía no ha llegado mi hora; sin embargo, para vosotros cualquier hora es buena. (Juan 7, 6)
hasta el punto de que, con sólo aplicar a los enfermos los pañuelos o cualquier otra prenda de Pablo, se curaban y salían los espíritus malignos. (Hechos 19, 12)
Porque: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro mandamiento, todo se reduce a esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Romanos 13, 9)
Es mejor no comer carne ni beber vino o cualquier otra cosa que pueda escandalizar a tu hermano. (Romanos 14, 21)
a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, llamados y consagrados, con todos los que invocan en cualquier lugar el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro; (I Corintios 1, 2)