Löydetty 271 Tulokset: comer maná

  • Por eso, esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: "Yo daré de comer a este pueblo ajenjo y les haré beber agua envenenada. (Jeremías 9, 14)

  • y cumpliré el juramento que hice a vuestros padres de darles una tierra que mana leche y miel, como sucede al presente". Yo respondí: "Sí, Señor". (Jeremías 11, 5)

  • No entres en la casa en que se celebra un convite para sentarte a comer y beber con ellos; (Jeremías 16, 8)

  • Le haré comer la carne de sus hijos y la de sus hijas, y se devorarán mutuamente en la extrema angustia del asedio y en medio de los apuros con que les estrujarán sus enemigos, los que buscan su muerte. (Jeremías 19, 9)

  • Por esto, así dice el Señor omnipotente sobre los profetas: Yo les daré a comer ajenjo, y a beber agua envenenada; porque de los profetas de Jerusalén sale la impiedad para todo el país". (Jeremías 23, 15)

  • Uno de los cestos contenía higos muy buenos, como lo son los tempranos; el otro tenía higos muy malos, tan malos que no se podían comer. (Jeremías 24, 2)

  • Y me dijo: "¿Qué ves, Jeremías?". Respondí: "Higos: los buenos son excelentes; los malos son tan malos que no se pueden comer". (Jeremías 24, 3)

  • Esto dice el Señor todopoderoso: Yo voy a mandar contra ellos la espada, el hambre y la peste; los convertiré en higos malos, que de malos no se puedan comer. (Jeremías 29, 17)

  • Y les diste este país, conforme habías jurado a sus padres, tierra que mana leche y miel. (Jeremías 32, 22)

  • Por esto se nos han pegado las calamidades y la maldición que el Señor comunicó a su siervo Moisés, cuando sacó a nuestros padres de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel; éste es nuestro caso presente. (Baruc 1, 20)

  • que llegáramos a comer uno la carne de su propio hijo, otro la carne de su propia hija. (Baruc 2, 3)

  • Toma trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta; ponlos en un recipiente y haz con ello tu pan para comer durante el número de días que estés acostado del lado izquierdo, esto es, ciento noventa días. (Ezequiel 4, 9)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina