Löydetty 229 Tulokset: cinco

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Elisamá, hijo de Amihud. (Números 7, 53)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedasur. (Números 7, 59)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Abidán, hijo de Gedeoní. (Números 7, 65)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Ajiezer, hijo de Amisaday. (Números 7, 71)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Pagiel, hijo de Ocrán. (Números 7, 77)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Ajirá, hijo de Enán. (Números 7, 83)

  • Más aún, no la comeréis un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte, (Números 11, 19)

  • El rescate se hará al mes de nacer, a razón de cinco monedas de plata según la unidad del santuario, que es de doce gramos. (Números 18, 16)

  • Mataron además a los reyes de Madián, Eví, Requen, Sur, Jur y Reba, cinco reyes de Madián. Pasaron también al filo de la espada a Balaán, hijo de Beor. (Números 31, 8)

  • Josué tomó unos cinco mil hombres y los colocó en emboscada entre Betel y Ay, al poniente de la ciudad. (Josué 8, 12)

  • Y los cinco reyes amorreos se coligaron: el rey de Jerusalén, el de Hebrón, el de Yarmut, el de Laquis y el de Eglón; subieron con todas sus tropas, acamparon cerca de Gabaón y la atacaron. (Josué 10, 5)

  • Aquellos cinco reyes se dieron a la fuga y se escondieron en una cueva cerca de Maqueda. (Josué 10, 16)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina