Löydetty 564 Tulokset: aquel

  • Y el Señor dijo a Josué: "Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto". Aquel lugar fue llamado Guilgal hasta el día de hoy. (Josué 5, 9)

  • Desde ese momento el maná dejó de caer y los israelitas, desde aquel año, se alimentaron de los productos de la tierra de Canaán. (Josué 5, 12)

  • Y pusieron sobre él un gran montón de piedras, que existe hasta el día de hoy. Entonces el Señor aplacó su ardiente cólera. Por eso aquel lugar recibió el nombre de valle de Acor hasta el día de hoy. (Josué 7, 26)

  • Y desde aquel día Josué los destinó a cortar leña y a llevar el agua, hasta el día de hoy, para toda la comunidad y para el altar del Señor en el lugar que el Señor eligiera. (Josué 9, 26)

  • No ha habido un día como aquél ni antes ni después, en el que el Señor haya obedecido a la voz de un hombre. Es que el Señor combatía por Israel. (Josué 10, 14)

  • La tomaron aquel mismo día y pasaron a filo de espada a todos los que vivían en ella, exterminándolos completamente, como habían hecho con Laquis. (Josué 10, 35)

  • Aquel día Moisés hizo este juramento: La tierra en la que has puesto tus pies te será dada en posesión perpetua a ti y a tus hijos, porque fuiste fiel al Señor, mi Dios. (Josué 14, 9)

  • Dame, pues, esta montaña que el Señor me prometió aquel día, como tú mismo lo oíste. Allí están los anaquitas, y hay ciudades grandes y fortificadas. Si el Señor está conmigo, yo los echaré de allí, como él prometió". (Josué 14, 12)

  • Aquel día Josué hizo un pacto con el pueblo, le impuso leyes y preceptos en Siquén. (Josué 24, 25)

  • Él les indicó por dónde podían entrar en la ciudad. Pasaron a filo de espada a la ciudad, pero dejaron libre a aquel hombre con toda su parentela. (Jueces 1, 25)

  • Aquel hombre se fue al país de los hititas, edificó una ciudad y la llamó Luz, nombre que aún conserva hoy. (Jueces 1, 26)

  • Por eso llamaron a aquel lugar Boquín, y ofrecieron sacrificios al Señor. (Jueces 2, 5)


“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina