Löydetty 59 Tulokset: Jehú

  • Entraron a ofrecer sacrificios y holocaustos, y Jehú apostó fuera cincuenta hombres, con esta orden: "El que deje escapar a alguno de estos hombres que yo os pongo en las manos responderá con su vida de la vida de aquél". (II Reyes 10, 24)

  • Y cuando el holocausto estuvo terminado, Jehú ordenó a la escolta y a los oficiales: "¡Entrad, matadlos! Que no escape ni uno". Y los pasaron a espada, y llegaron hasta el lugar más santo del templo de Baal. (II Reyes 10, 25)

  • Así extirpó Jehú a Baal de Israel. (II Reyes 10, 28)

  • Sin embargo, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboán, hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; esto es, los becerros de oro, que había en Betel y en Dan. (II Reyes 10, 29)

  • El Señor dijo a Jehú: "Por haber obrado bien, haciendo lo que es recto a mis ojos al ejecutar con la casa de Ajab todo lo que yo había dispuesto, tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación". (II Reyes 10, 30)

  • Pero Jehú no se cuidó de seguir la ley del Señor, Dios de Israel, con todo su corazón, y no se apartó del pecado de Jeroboán, el que hizo pecar a Israel. (II Reyes 10, 31)

  • El resto de la historia de Jehú, sus proezas y todo lo que hizo está escrito en el libro de los anales de los reyes de Israel. (II Reyes 10, 34)

  • Jehú murió y fue sepultado en Samaría. Le sucedió en el trono su hijo Joacaz. (II Reyes 10, 35)

  • Jehú reinó sobre Israel en Samaría veintiocho años. (II Reyes 10, 36)

  • Empezó a reinar el año séptimo de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibía, de Berseba. (II Reyes 12, 2)

  • El año veintitrés de Joás, hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Joacaz, hijo de Jehú. Reinó diecisiete años. (II Reyes 13, 1)

  • Amasías mandó a decir a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel: "¡Ven, que nos veamos las caras!". (II Reyes 14, 8)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina