Löydetty 474 Tulokset: Gran Ramera

  • El ángel echó la hoz afilada sobre la tierra y vendimió la viña de la tierra, y arrojó las uvas en la gran cuba de la ira de Dios. (Apocalipsis 14, 19)

  • los espíritus de demonios que hacen prodigios y van a reunir a los reyes de toda la tierra para la guerra del gran día del Dios todopoderoso. (Apocalipsis 16, 14)

  • Y hubo relámpagos, voces y truenos, con un gran terremoto, como no lo hubo nunca de violento desde que el hombre está sobre la tierra. (Apocalipsis 16, 18)

  • La gran ciudad se despedazó en tres partes, y las ciudades de las naciones se hundieron. Y Dios se acordó de Babilonia la grande, para darle el cáliz del vino de su ardiente ira. (Apocalipsis 16, 19)

  • Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas vino a decirme: "Ven, que te voy a enseñar la sentencia de la gran prostituta que está sentada sobre las vastas aguas, (Apocalipsis 17, 1)

  • Y la mujer que has visto es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra". (Apocalipsis 17, 18)

  • Después de esto vi a otro ángel bajar del cielo con gran poder; la tierra fue iluminada con su esplendor. (Apocalipsis 18, 1)

  • permaneciendo a distancia por miedo a sus tormentos, y dirán: ¡Ay, ay de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad fuerte; en un instante ha llegado tu sentencia! (Apocalipsis 18, 10)

  • ¡Ay, ay de la gran ciudad, que estaba vestida de lino, de púrpura y escarlata, adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, (Apocalipsis 18, 16)

  • y en un momento tan gran riqueza ha sido destruida! Todos los pilotos, todos los navegantes, los marineros y los que trafican en el mar se mantuvieron a distancia (Apocalipsis 18, 17)

  • y gritaron al ver el humo de su incendio: "¿Qué ciudad hubo nunca semejante a la gran ciudad?". (Apocalipsis 18, 18)

  • Y echándose polvo en sus cabezas, gritaban; y llorando y lamentándose, decían: ¡Ay, ay de la gran ciudad, que con su opulencia enriqueció a cuantos tenían naves en el mar, y en un momento ha sido desolada! (Apocalipsis 18, 19)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina