Löydetty 147 Tulokset: Derecha

  • David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, dice: El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. (Marcos 12, 36)

  • Con él crucificaron a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. (Marcos 15, 27)

  • Entraron en el sepulcro y, al ver a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca, se asustaron. (Marcos 16, 5)

  • Y se le apareció a Zacarías un ángel del Señor, en pie, a la derecha del altar del incienso. (Lucas 1, 11)

  • Otro sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Allí había un hombre que tenía seca su mano derecha. (Lucas 6, 6)

  • pues David mismo dice en el libro de los Salmos: El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi derecha, (Lucas 20, 42)

  • Uno de ellos dio un golpe al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. (Lucas 22, 50)

  • Pero desde ahora el hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso". (Lucas 22, 69)

  • Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los criminales, uno a la derecha y otro a la izquierda. (Lucas 23, 33)

  • Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó, dio un golpe al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. El criado se llamaba Malco. (Juan 18, 10)

  • Porque David dice de él: Veía siempre al Señor en mi presencia, lo tengo a mi derecha, y así nunca tropiezo. (Hechos 2, 25)

  • Porque David no subió al cielo, sino que él dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha (Hechos 2, 34)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina