Löydetty 1883 Tulokset: Cuando

  • Poco, realmente, era lo que tenías antes de mi venida, mientras que ahora ha aumentado grandemente bajo mi dirección y el Señor te ha bendecido. Pero ¿cuándo podré hacer yo también algo por mi casa?". (Génesis 30, 30)

  • Mi honradez testimoniará por mí después; cuando vengas a verificar mi salario, toda res que no sea manchada entre las cabras y negra entre las ovejas, que sea un robo por mi parte". (Génesis 30, 33)

  • Cuando las reses robustas se encelaban, Jacob ponía las varas delante de ellas, para que se apareasen a vista de las varas. (Génesis 30, 41)

  • y también Mispá, porque añadió: "Que el Señor vigile entre tú y yo cuando no nos veamos ya el uno al otro. (Génesis 31, 49)

  • Cuando Jacob continuaba su camino, le salieron al encuentro unos ángeles de Dios. (Génesis 32, 2)

  • Y al primero le dio esta orden: "Cuando te encuentre mi hermano Esaú y te pregunte: ¿De quién eres, adónde vas y de quién es el ganado que va delante?, (Génesis 32, 18)

  • Dio la misma orden al segundo y al tercero y a todos los que iban detrás del ganado: "Así habéis de hablar a Esaú cuando lo encontréis; (Génesis 32, 20)

  • Salía el sol cuando pasó por Penuel, e iba cojeando del muslo. (Génesis 32, 32)

  • Cuando los hijos de Jacob, a su vuelta del campo, se enteraron de lo ocurrido, se indignaron y se llenaron de ira por la infamia que había cometido Siquén acostándose con la hija de Jacob. "¡Eso no se hace!". (Génesis 34, 7)

  • Al tercer día, cuando el dolor era más fuerte, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, entraron a mansalva en la ciudad y mataron a todos los varones. (Génesis 34, 25)

  • Dios dijo a Jacob: "Levántate, vete a vivir a Betel y levanta allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de la presencia de tu hermano Esaú". (Génesis 35, 1)

  • Levantó allí un altar y llamó al lugar Betel, porque allí se le había aparecido Dios cuando huía de su hermano. (Génesis 35, 7)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina