Löydetty 801 Tulokset: Consagración del Templo

  • no se contaminará ni con el cadáver de su padre, ni de su madre, ni de su hermano, ni de su hermana, puesto que lleva sobre sí la consagración a su Dios. (Números 6, 7)

  • Éstas fueron las ofrendas de los jefes de Israel para la consagración del altar el día de su unción: doce bandejas de plata, doce jarrones de plata, doce vasos de oro; (Números 7, 84)

  • total de animales para el sacrificio de reconciliación: veinticuatro bueyes, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año. Éstas fueron las ofrendas para la consagración del altar cuando fue ungido. (Números 7, 88)

  • Y le dieron setenta monedas de plata del templo de Baal Berit. Con ellas Abimelec pagó el sueldo a mercenarios y aventureros que le siguieron. (Jueces 9, 4)

  • ellos salieron al campo, vendimiaron sus viñas, pisaron la uva y organizaron una gran fiesta; entraron en el templo de su dios, comieron y bebieron y maldijeron a Abimelec. (Jueces 9, 27)

  • Cuando los nobles de Torre Siquén lo supieron, se refugiaron en la cripta del templo de El Berit. (Jueces 9, 46)

  • Toda la tropa cortó una rama; siguieron a Abimelec, amontonaron las ramas sobre la cripta del templo y les prendieron fuego. Y perecieron todos los de Torre Siquén, alrededor de mil entre hombres y mujeres. (Jueces 9, 49)

  • Cuando le quitó el pecho, lo llevó consigo al templo del Señor en Silo. Llevó también tres novillos, media fanega de harina y un odre de vino. (I Samuel 1, 24)

  • La lámpara de Dios todavía no estaba apagada, y Samuel dormía en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. (I Samuel 3, 3)

  • Samuel siguió acostado hasta la mañana, y entonces abrió las puertas del templo del Señor. Samuel tenía miedo de contar a Elí la visión que había tenido. (I Samuel 3, 15)

  • al templo de Dagón, y la colocaron junto a Dagón. (I Samuel 5, 2)

  • Por eso, todavía hoy los sacerdotes de Dagón y todos lo que entran en su templo en Asdod no pisan el umbral de Dagón. (I Samuel 5, 5)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina