Löydetty 540 Tulokset: Ahora

  • ahora son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, (Romanos 3, 24)

  • Ahora bien, al que trabaja no se le abona el jornal como una gratificación, sino como una deuda; (Romanos 4, 4)

  • Con mucha más razón, justificados ahora por su sangre, seremos librados por él del castigo. (Romanos 5, 9)

  • (os estoy hablando en lenguaje sencillo para que podáis entenderme). Porque lo mismo que antes entregasteis vuestro cuerpo al servicio de la inmoralidad y el desorden, para vivir desordenadamente, así ahora entregadlo al servicio de la justicia, para vivir consagrados a Dios. (Romanos 6, 19)

  • ¿Qué frutos lograbais entonces? Aquellos de los que ahora os avergonzáis, porque su fin es la muerte. (Romanos 6, 21)

  • Pero ahora, libres del pecado y al servicio de Dios, tenéis como fruto la consagración a Dios y como resultado final la vida eterna. (Romanos 6, 22)

  • Pero ahora, al morir a la ley, a la cual estábamos sujetos, hemos quedado libres para servir a Dios no conforme a la letra de la vieja ley, sino conforme a la nueva vida del Espíritu. (Romanos 7, 6)

  • Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Cómo van a creer en él si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír hablar de él si nadie les predica? (Romanos 10, 14)

  • Ahora me dirijo a vosotros, los paganos. Como apóstol vuestro, procuro dar gran realce a mi ministerio, (Romanos 11, 13)

  • Ahora bien, si algunas ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado en ellas e incorporado a la raíz y a la pingüe savia del olivo, (Romanos 11, 17)

  • Pues así como vosotros en otro tiempo fuisteis desobedientes a Dios y ahora habéis conseguido misericordia por la desobediencia de ellos, (Romanos 11, 30)

  • así también ahora ellos han sido desobedientes, para que con ocasión de la misericordia que os ha concedido a vosotros también ellos alcancen misericordia. (Romanos 11, 31)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina