Löydetty 237 Tulokset: Abrahán

  • Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos". (Mateo 22, 32)

  • Y acerca de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo le dijo Dios: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? (Marcos 12, 26)

  • como había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia para siempre". (Lucas 1, 55)

  • y el juramento que hizo a nuestro padre Abrahán de concedernos que, (Lucas 1, 73)

  • Demostrad con obras vuestro arrepentimiento, y no os pongáis a decir: Tenemos por padre a Abrahán; porque yo os digo que Dios puede sacar de estas piedras hijos de Abrahán. (Lucas 3, 8)

  • de Jacob, de Isaac, de Abrahán, de Tara, de Nacor, (Lucas 3, 34)

  • Y a esta mujer, que es una hija de Abrahán, a la que Satanás tenía atada desde hace dieciocho años, ¿no se la puede soltar de su atadura en sábado?". (Lucas 13, 16)

  • Allí será el llanto y el rechinar de dientes cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras que vosotros sois echados fuera. (Lucas 13, 28)

  • Murió el pobre, y los ángeles le llevaron al seno de Abrahán. Murió también el rico, y lo enterraron. (Lucas 16, 22)

  • Y estando en el infierno, entre torturas, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abrahán, y a Lázaro a su lado. (Lucas 16, 23)

  • Y gritó: Padre Abrahán, ten compasión de mí y envía a Lázaro para que moje en agua la yema de su dedo y refresque mi lengua, porque me atormentan estas llamas. (Lucas 16, 24)

  • Abrahán repuso: Hijo, acuérdate que ya recibiste tus bienes durante la vida, y Lázaro, por el contrario, males. Ahora él está aquí consolado, y tú eres atormentado. (Lucas 16, 25)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina