Löydetty 323 Tulokset: vuestra

  • y les dijo: «Os prohibimos severamente enseñar en ese nombre, y sin embargo vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra doctrina y queréis hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre.» (Hechos 5, 28)

  • Como ellos se opusiesen y profiriesen blasfemias, sacudió sus vestidos y les dijo: «Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza; yo soy inocente y desde ahora me dirigiré a los gentiles.» (Hechos 18, 6)

  • Pero como se trata de discusiones sobre palabras y nombres y cosas de vuestra Ley, allá vosotros. Yo no quiero ser juez en estos asuntos.» (Hechos 18, 15)

  • Vosotros por vuestra parte, de acuerdo con el Sanedrín, indicad al tribuno que os lo baje donde vosotros, como si quisierais examinar más a fondo su caso; nosotros estamos dispuestos a matarle antes de que llegue.» (Hechos 23, 15)

  • Por eso os aconsejo que toméis alimento, pues os conviene para vuestra propia salvación; que ninguno de vosotros perderá ni un solo cabello de su cabeza.» (Hechos 27, 34)

  • Ante todo, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo, por todos vosotros, pues vuestra fe es alabada en todo el mundo. (Romanos 1, 8)

  • o más bien, para sentir entre vosotros el mutuo consuelo de la común fe: la vuestra y la mía. (Romanos 1, 12)

  • Porque, como dice la Escritura, el nombre de Dios, por vuestra causa, es blasfemado entre las naciones. (Romanos 2, 24)

  • Hablo en términos humanos, en atención a vuestra flaqueza natural -. Pues si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad. (Romanos 6, 19)

  • Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Romanos 12, 2)

  • Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; (Romanos 12, 9)

  • Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra propia sabiduria. (Romanos 12, 16)


“Recorramos a Jesus e não às pessoas, pois só ele nunca nos faltará.” São Padre Pio de Pietrelcina