Löydetty 772 Tulokset: vida eterna

  • Porque la vida de toda carne es su sangre. Por eso mando a los israelitas: «No comeréis la sangre de ninguna carne, pues la vida de toda carne es su sangre. Quien la coma, será exterminado.» (Levítico 17, 14)

  • No andes difamando entre los tuyos; no demandes contra la vida de tu prójimo. Yo, Yahveh. (Levítico 19, 16)

  • El que hiera de muerte a un animal indemnizará por él: vida por vida. (Levítico 24, 18)

  • Diles: Por mi vida - oráculo de Yahveh - que he de hacer con vosotros lo que habéis hablado a mis oídos. (Números 14, 28)

  • porque esos incensarios de pecado están consagrados a precio de la vida de esos hombres. Haced con ellos láminas de metal, para cubrir el altar, pues fueron presentados a Yahveh y consagrados. Serán una señal para los israelitas.» (Números 17, 3)

  • Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida. (Números 21, 9)

  • La burra me ha visto y se ha apartado de mí tres veces. Gracias a que se ha desviado, porque si no, para ahora te habría matado y a ella la habría dejado con vida.» (Números 22, 33)

  • Les dijo Moisés: «¿Pero habéis dejado con vida a todas las mujeres? (Números 31, 15)

  • Pero dejad con vida para vosotros a todas las muchachas que no hayan dormido con varón. (Números 31, 18)

  • No aceptaréis rescate por la vida de un homicida reo de muerte, pues debe morir. (Números 35, 31)

  • Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los hijos de tus hijos. (Deuteronomio 4, 9)

  • a las que pudiera huir el homicida que hubiera matado a su prójimo sin querer, sin haberle odiado anteriormente, y huyendo a una de estas ciudades, salvara su vida. (Deuteronomio 4, 42)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina