Löydetty 52 Tulokset: tendrás
Hospedarás y darás de beber a desagradecidos, y encima tendrás que oír cosas amargas: (Eclesiástico 29, 25)
Termina el primero por educación, no seas insaciable, y no tendrás tropiezo. (Eclesiástico 31, 17)
No tendrás con ellos sepultura, porque tu tierra has destruido, a tu pueblo has asesinado. No se nombrará jamás la descendencia de los malhechores. (Isaías 14, 20)
y dijo: No vuelvas más a rebullir, doncella oprimida, hija de Sidón. Levántate y vete a Kittim, que tampoco allí tendrás reposo. (Isaías 23, 12)
Así dice tu Señor Yahveh, tu Dios, defensor de tu pueblo. Mira que yo te quito de la mano la copa del vértigo, el cáliz de mi ira; ya no tendrás que seguir bebiéndolo. (Isaías 51, 22)
No será para ti ya nunca más el sol luz del día, ni el resplandor de la luna te alumbrará de noche, sino que tendrás a Yahveh por luz eterna, y a tu Dios por tu hermosura. (Isaías 60, 19)
Tendrás que deshacerte de tu heredad que yo te di, y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces, porque un fuego ha saltado en mi ira que para siempre estará encendido. (Jeremías 17, 4)
Tendrás la muerte de los incircuncisos, a manos de extranjeros. Porque he hablado yo, oráculo del Señor Yahveh. (Ezequiel 28, 10)
«Serás arrojado de entre los hombres y con las bestias del campo morarás; hierba, como los bueyes, tendrás por comida, y serás bañado del rocío del cielo; siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el imperio de los hombres y que se lo da a quien le place. (Daniel 4, 22)
De entre los hombres serás arrojado, con las bestias del campo morarás; hierba como los bueyes tendrás por comida, y siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place.» (Daniel 4, 29)
Por eso tendrás que devolver la dote a Moréset Gat. Bet Akzib será una mentira para los reyes de Israel. (Miqueas 1, 14)
Aquel día no tendrás ya que avergonzarte de todos los delitos que cometiste contra mí, porque entonces quitaré yo de tu seno a tus alegres orgullosos, y no volverás a engreírte en mi santo monte. (Sofonías 3, 11)