Löydetty 491 Tulokset: reino unido

  • Pero no tomaré todo el reino de su mano; le mantendré como príncipe todos los días de su vida en atención a David mi siervo, a quién elegí y que guardó mis mandatos y mis decretos. (I Reyes 11, 34)

  • Pero tomaré el reino de mano de su hijo y te daré de él diez tribus; (I Reyes 11, 35)

  • El tiempo que Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel fue de cuarenta años. (I Reyes 11, 42)

  • Se acostó Salomón con sus padres y fue sepultado en la ciudad de su padre David. Reinó en su lugar su hijo Roboam. (I Reyes 11, 43)

  • Roboam reinó sobre los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá. (I Reyes 12, 17)

  • En llegando a Jerusalén reunió Roboam a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín, 180.000 hombres guerreros escogidos, para combatir contra la casa de Israel y devolver el reino a Roboam, hijo de Salomón. (I Reyes 12, 21)

  • Jeroboam se dijo en su corazón: «En esta situación el reino acabará por volver a la casa de David. (I Reyes 12, 26)

  • arranqué el reino de la casa de David para dártelo a ti, pero tú no has sido como mi siervo David que guardó mis mandamientos y me siguió con todo su corazón haciendo sólo lo que es recto a mis ojos, (I Reyes 14, 8)

  • El resto de los hechos de Jeroboam, cómo guerreó y cómo reinó, están escritos en el libro de los Anales de los reyes de Israel. (I Reyes 14, 19)

  • El tiempo que reinó Jeroboam fueron veintidós años y se acostó con sus padres. Reinó en su lugar su hijo Nadab. (I Reyes 14, 20)

  • Roboam, hijo de Salomón, reinó en Judá; tenía 41 años Roboam cuando comenzó a reinar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido Yahveh de entre todas las tribus de Israel para poner en ella su Nombre. El nombre de su madre era Naamá, ammonita. (I Reyes 14, 21)

  • Roboam se acostó con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. Reinó en su lugar su hijo Abiyyam. (I Reyes 14, 31)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina