Löydetty 42 Tulokset: recibe
Llegó el kusita y dijo: «Recibe, oh rey mi señor, la buena noticia, pues hoy te ha liberado Yahveh de la mano de todos lo que se alzaban contra ti.» (II Samuel 18, 31)
Se volvió al hombre de Dios, él y todo su acompañamiento, llegó, se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Así pues, recibe un presente de tu siervo.» (II Reyes 5, 15)
Ya la he dado a siete maridos, de nuestros hermanos, y todos murieron la misma noche que entraron donde ella. Así que, muchacho, ahora come y bebe y el Señor os dará su gracia y su paz.» Pero Tobías replicó: «No comeré ni beberé hasta que no hayas tomado una decisión acerca de lo que te he pedido.» Ragüel le dijo: «¡Está bien! A ti se te debe dar, según la sentencia del libro de Moisés, y el Cielo decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. A partir de ahora, tú eres su hermano y ella es tu hermana. Tuya es desde hoy por siempre. Que el Señor del Cielo os guíe a buen fin esta noche, hijo, y os dé su gracia y su paz.» (Tobías 7, 11)
Acerca de esto, dueño y señor, no desestimes sus palabras; tenlas bien presentes, porque responden a la verdad. Pues muestra raza no recibe castigo ni la espada tiene poder sobre ellos, si no han pecado contra su Dios. (Judit 11, 10)
Recibe de su boca la enseñanza, pon sus palabras en tu corazón. (Job 22, 22)
¿Qué le das, si eres justo, o qué recibe él de tu mano? (Job 35, 7)
«Recibe, como regalo de parte de Dios, esta espada sagrada, con la que destrozarás a los enemigos.» (II Macabeos 15, 16)
Escucha, hijo mío, recibe mis palabras, y los años de tu vida se te multiplicarán. (Proverbios 4, 10)
Si el justo recibe su recompensa en la tierra, ¡cuánto más el pecador y el malo! (Proverbios 11, 31)
Por el fruto de su boca, se harta de bien el hombre, cada cual recibe el salario de sus obras. (Proverbios 12, 14)
Yo también, una vez nacido, aspiré el aire común, caí en la tierra que a todos recibe por igual y mi primera voz fue la de todos: lloré. (Sabiduría 7, 3)
Y cuando un hombre muere, recibe como herencia reptiles, fieras y gusanos. (Eclesiástico 10, 11)