Löydetty 195 Tulokset: plenitud de alegría
y haré desaparecer de ellos voz de gozo y voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido de la muela y la luz de la candela. (Jeremías 25, 10)
Pues así dice Yahveh: Dad hurras por Jacob con alegría, y gritos por la capital de las naciones; hacedlo oír, alabad y decid: «¡Ha salvado Yahveh a su pueblo, al Resto de Israel!» (Jeremías 31, 7)
Jerusalén será para mí un nombre evocador de alegría, será prez y ornato para todas las naciones de la tierra que oyeren todo el bien que voy a hacerle, y se asustarán y estremecerán de tanta bondad y de tanta paz como voy a concederle. (Jeremías 33, 9)
voz de gozo y de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de cuantos traigan sacrificios de alabanza a la Casa de Yahveh diciendo: «Alabad a Yahveh Sebaot, porque es bueno Yahveh, porque es eterno su amor», pues haré tomar a los cautivos del país, y volverán a ser como antes - dice Yahveh -. (Jeremías 33, 11)
y fue quitada alegría y alborozo de Carmelo y del país de Moab, y el vino a los trujales he quitado, no se oye el grito alegre del pisador, ya no se oyen gritos. (Jeremías 48, 33)
Sámek. Sobre ti baten palmas todos los que pasan de camino; silban y menean la cabeza sobre la hija de Jerusalén. «¿Esa es la ciudad que llamaban la Hermosa, la alegría de toda la tierra?» (Lamentaciones 2, 15)
Ha cesado la alegría de nuestro corazón, se ha trocado en duelo nuestra danza. (Lamentaciones 5, 15)
yo haré cesar en las ciudades de Judá y en Jerusalén el canto de alegría y el canto de alborozo, el canto del novio y el canto de la novia, y todo el país quedará hecho un desierto, sin habitantes.» (Baruc 2, 23)
brillan los astros en su puesto de guardia llenos de alegría, (Baruc 3, 34)
Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por la misericordia que llegará pronto a vosotros de parte del Eterno, vuestro Salvador. (Baruc 4, 22)
Pues el que trajo sobre vosotros estos males os traerá la alegría eterna con vuestra salvación. (Baruc 4, 29)
Mira hacia Oriente, Jerusalén, y ve la alegría que te viene de Dios. (Baruc 4, 36)