Löydetty 673 Tulokset: nuevo espíritu
el sacerdote entrará de nuevo; y si comprueba que la mancha se ha extendido por la casa, hay un caso de lepra maligna en la casa, y ésta es impura. (Levítico 14, 44)
El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos. (Levítico 20, 27)
Yo bajaré a hablar contigo; tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo. (Números 11, 17)
Bajó Yahveh en la Nube y le habló. Luego tomó algo del espíritu que había en él y se lo dio a los sententa ancianos. Y en cuanto reposó sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar, pero ya no volvieron a hacerlo más. (Números 11, 25)
Habían quedado en el campamento dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad. Reposó también sobre ellos el espíritu, pues aunque no habían salido a la Tienda, eran de los designados. Y profetizaban en el campamento. (Números 11, 26)
Le respondió Moisés: «¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Quién me diera que todo el pueblo de Yahveh profetizara porque Yahveh les daba su espíritu!» (Números 11, 29)
Pero a mi siervo Caleb, ya que fue animado de otro espíritu y me obedeció puntualmente, le haré entrar en la tierra donde estuvo, y su descendencia la poseerá. (Números 14, 24)
Vosotros desempeñaréis el ministerio en el santuario y en el altar, y así no vendrá de nuevo la Cólera sobre los israelitas. (Números 18, 5)
Y al alzar los ojos, vio Balaam a Israel acampado por tribus. Y le invadió el espíritu de Dios. (Números 24, 2)
Respondió Yahveh a Moisés: «Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el espíritu, impónle tu mano, (Números 27, 18)
Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí porque Yahveh tu Dios le había empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a fin de entregarle en tus manos, como lo está todavía hoy. (Deuteronomio 2, 30)
Hará caer de nuevo sobre ti aquellas epidemias de Egipto a las que tanto miedo tenías, y se pegarán a ti. (Deuteronomio 28, 60)