Löydetty 209 Tulokset: nación santa

  • Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes de mis padres, invocando a Dios para que pronto se muestre propicio con nuestra nación, y que tú con pruebas y azotes llegues a confesar que él es el único Dios. (II Macabeos 7, 37)

  • que declararía libre la ciudad santa, a la que se había dirigido antes a toda prisa para arrasarla y transformarla en fosa común, (II Macabeos 9, 14)

  • Por público decreto y voto prescribieron que toda la nación de los judíos celebrara anualmente aquellos mismos días. (II Macabeos 10, 8)

  • deseosos, por tanto, de que esta nación esté tranquila, decidimios que se les restituya el Templo y que puedan vivir según las costumbres de sus antepasados. (II Macabeos 11, 25)

  • La carta del rey a la nación era como sigue: «El rey Antíoco saluda al Senado de los judíos y a los demás judíos. (II Macabeos 11, 27)

  • Informado con detalle de todo esto, ¡oh rey!, mira por nuestro país y por nuestra nación por todas partes asediada, con esa accesible benevolencia que tienes para todos; (II Macabeos 14, 9)

  • Y, dicho esto, se fue. Los sacerdotes con las manos tendidas al cielo, invocaban a Aquél que sin cesar había combatido en favor de nuestra nación, diciendo: (II Macabeos 14, 34)

  • Onías había dicho: «Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo y por la ciudad santa, Jeremías, el profeta de Dios.» (II Macabeos 15, 14)

  • Les mostró la cabeza del abominable Nicanor y la mano que aquel infame había tendido insolentemente hacia la santa Casa del Todopoderoso; (II Macabeos 15, 32)

  • tú me ordenaste edificar un santuario en tu monte santo y un altar en la ciudad donde habitas, imitación de la Tienda santa que habías preparado desde el principio. (Sabiduría 9, 8)

  • Ella libró de una nación opresora a un pueblo santo y a una raza irreprochable. (Sabiduría 10, 15)

  • A los antiguos habitantes de tu tierra santa (Sabiduría 12, 3)


“Quando Jesus vem a nós na santa comunhão, encontra alegria em Sua criatura. Por nossa parte, procuremos Nele a nossa alegria.” São Padre Pio de Pietrelcina