Löydetty 797 Tulokset: muerte de Aarón

  • Llamó Faraón a Moisés y a Aarón, durante la noche, y les dijo: «Levantaos y salid de en medio de mi pueblo, vosotros y los israelitas, e id a dar culto a Yahveh, como habéis dicho. (Exodo 12, 31)

  • Dijo Yahveh a Moisés y a Aarón: «Estas son las normas sobre la Pascua: no comerá de ella ningún extranjero. (Exodo 12, 43)

  • Así lo hicieron todos los israelitas. Tal como había mandado Yahveh a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. (Exodo 12, 50)

  • María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un tímpano y todas la mujeres la seguían con tímpanos y danzando en coro. (Exodo 15, 20)

  • Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. (Exodo 16, 2)

  • Dijeron, pues, Moisés y Aarón a toda la comunidad de los israelitas: «Esta tarde sabréis que es Yahveh quien os ha sacado del país de Egipto; (Exodo 16, 6)

  • Dijo entonces Moisés a Aarón: «Ordena a toda la comunidad de los israelitas: Acercaos a Yahveh, pues él ha oído vuestras murmuraciones.» (Exodo 16, 9)

  • Aún estaba hablando Aarón a toda la comunidad de los israelitas, cuando ellos miraron hacia el desierto, y he aquí que la gloria de Yahveh se apareció en forma de nube. (Exodo 16, 10)

  • Dijo, pues, Moisés a Aarón: «Toma una vasija, pon en ella un gomor lleno de maná, y colócalo ante Yahveh, a fin de conservarlo para vuestros descendientes.» (Exodo 16, 33)

  • Tal como Yahveh se lo mandó a Moisés, Aarón lo puso ante el Testimonio para conservarlo. (Exodo 16, 34)

  • Josué cumplió las órdenes de Moisés, y salió a combatir contra Amalec. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte. (Exodo 17, 10)

  • Se le cansaron las manos a Moisés, y entonces ellos tomaron una piedra y se la pusieron debajo; él se sentó sobre ella, mientras Aarón y Jur le sostenían las manos, uno a un lado y otro al otro. Y así resistieron sus manos hasta la puesta del sol. (Exodo 17, 12)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina