Löydetty 137 Tulokset: ministerio de alabanza

  • Vosotros desempeñaréis el ministerio en el santuario y en el altar, y así no vendrá de nuevo la Cólera sobre los israelitas. (Números 18, 5)

  • Y de la mitad de los israelitas, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas, cualquier clase de bestias, y se lo darás a los levitas, que están encargados del ministerio de la Morada de Yahveh. (Números 31, 30)

  • Tomó Moisés de la mitad de los israelitas, a razón de uno por cincuenta, hombres y bestias, y se los dio a los levitas, que se encargan del ministerio de la Morada de Yahveh, como había ordenado Yahveh a Moisés. (Números 31, 47)

  • El será objeto de tu alabanza y él tu Dios, que ha hecho por ti esas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. (Deuteronomio 10, 21)

  • Porque a él le ha elegido Yahveh tu Dios entre todas las tribus para ejercer su ministerio en el nombre de Yahveh él y sus hijos para siempre. (Deuteronomio 18, 5)

  • Dijo entonces Josué a Akán: «Hijo mío, da gloria a Yahveh, Dios de Israel y tribútale alabanza; declárame lo que has hecho, no me lo ocultes». (Josué 7, 19)

  • Invoco a Yahveh que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. (II Samuel 22, 4)

  • Ejercían el ministerio de cantores ante la Morada de la Tienda del Encuentro, hasta que Salomón edificó la Casa de Yahveh en Jerusalén. Cumplían su servicio conforme a su reglamento. (I Crónicas 6, 17)

  • Estos son los que ejercían ese ministerio con sus hijos: De los hijos de Quehat: Hemán el cantor, hijo de Joel, hijo de Samuel, (I Crónicas 6, 18)

  • Había también cantores, cabezas de familia de los levitas y moraban en las habitaciones de la Casa, exentos de servicio, pues se ocupaban de día y de noche en su ministerio. (I Crónicas 9, 33)

  • Que es grande Yahveh y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. (I Crónicas 16, 25)

  • Y decid: «¡Sálvanos, oh Dios de nuestra salvación! Reúnenos y líbranos de las naciones, para dar gracias a tu Nombre santo y gloriarnos en tu alabanza.» (I Crónicas 16, 35)


“Que Jesus o aperte sempre mais ao Seu divino coração. Que Ele o alivie no sofrimento e lhe dê o abraço final no Paraíso.” São Padre Pio de Pietrelcina