Löydetty 34 Tulokset: lloro
Cuando Eliseo enfermó de la enfermedad de que murió, bajó donde él Joás, rey de Israel, y lloró sobre su rostro diciendo: «¡Padre mío, padre mío, carro y caballos de Israel!» (II Reyes 13, 14)
«¡Ah, Yahveh! Dignate recordar que yo he andado en tu presencia con fidelidad y corazón perfecto haciendo lo recto a tu ojos.» Y Ezequías lloró con abundantes lágrimas. (II Reyes 20, 3)
Su padre Efraím los lloró durante muchos días, y sus hermanos vinieron a consolarle. (I Crónicas 7, 22)
Ragüel se puso en pie de un salto, le besó, lloró y le dijo: «¡Bendito seas, hijo! Tienes un padre honrado y bueno. ¡Qué gran desgracia, haberse quedado ciego un hombre tan justo y tan limosnero!» Y echándose al cuello de su hermano Tobías, rompió a llorar. (Tobías 7, 6)
También lloró su mujer Edna y su hija Sarra. (Tobías 7, 7)
Ella fue y preparó un lecho en la habitación, tal como se lo había ordenado, y llevó allí a Sarra. Lloró ella y luego, secándose las lágrimas, le dijo: «Ten confianza, hija: que el Señor del Cielo te dé alegría en vez de esta tristeza. Ten confianza, hija.» Y salió. (Tobías 7, 16)
Entonces él se arrojó a su cuello, lloró y le dijo: «¡Ahora te veo, hijo, luz de mis ojos!» (Tobías 11, 13)
La casa de Israel la lloró durante siete días. Antes de morir, distribuyó su hacienda entre los parientes de su marido Manasés y entre sus propios parientes. (Judit 16, 24)
Todo Israel le lloró, hizo gran duelo por él y muchos días estuvieron repitiendo esta lamentación: (I Macabeos 9, 20)
Todo Israel hizo gran duelo por él y le lloró muchos días. (I Macabeos 13, 26)
Antíoco, hondamente estristecido y movido a compasión, lloró recordando la prudencia y la gran moderación del difunto. (II Macabeos 4, 37)
Llamaba el Señor Yahveh Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a raparse y ceñirse de sayal, (Isaías 22, 12)