Löydetty 292 Tulokset: lado
con toda la Arabá del lado oriental del Jordán, hasta el mar de la Arabá, al pie de las laderas del Pisgá. (Deuteronomio 4, 49)
(Estos montes están, como sabéis, al otro lado del Jordán, detrás del camino del poniente, en el país de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a Guilgal, cerca de la Encina de Moré.) (Deuteronomio 11, 30)
Pero si él te dice: «No quiero marcharme de tu lado», porque te ama, a ti y a tu casa, porque le va bien contigo, (Deuteronomio 15, 16)
Ni están al otro lado del mar, para que hayas de decir: «¿Quién irá por nosotros al otro lado del mar a buscarlos para que los oigamos y los pongamos en práctica?» (Deuteronomio 30, 13)
«Tomad el libro de esta Ley. Ponedlo al lado del arca de la alianza de Yahveh vuestro Dios. Ahí quedará como testimonio contra ti. (Deuteronomio 31, 26)
Vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestros rebaños se quedarán en la tierra que os ha dado Moisés al otro lado del Jordán. Pero vosotros, todos los guerreros esforzados, pasaréis en orden de batalla al frente de vuestros hermanos y les ayudaréis (Josué 1, 14)
hasta que Yahveh conceda descanso a vuestros hermanos igual que a vosotros, y también ellos tomen posesión de la tierra que Yahveh vuestro Dios les da. Entonces volveréis al país que os pertenece, el que os dio Moisés, siervo de Yahveh, al lado oriental del Jordán.» (Josué 1, 15)
porque nos hemos enterado de cómo Yahveh secó las aguas del mar de Suf delante de vosotros a vuestra salida de Egipto, y lo que habéis hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, Sijón y Og, a quienes consagrasteis al anatema. (Josué 2, 10)
las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia, en Adam, la ciudad que está al lado de Sartán, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o mar de la Sal, se separaron por completo, y el pueblo pasó frente a Jericó. (Josué 3, 16)
Cuando oyeron todos los reyes de los amorreos que habitaban al otro lado del Jordán, al poniente, y todos los reyes de los cananeos que vivían hacia el mar, que Yahveh había secado las aguas del Jordán ante los israelitas hasta que pasaron, desfalleció su corazón y les faltó el aliento ante la presencia de los israelitas. (Josué 5, 1)
Dijo Josué: «¡Ah, Señor Yahveh! ¿Por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiésemos empeñado en establecernos al otro lado del Jordán! (Josué 7, 7)
Cuando los hombres de Ay volvieron la vista atrás y vieron la humareda que subía de la ciudad hacia el cielo, no tuvieron fuerza para huir por un lado o por otro. El pueblo que iba huyendo hacia el desierto se volvió contra los perseguidores. (Josué 8, 20)
