Löydetty 26 Tulokset: juzga

  • Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.» (I Samuel 2, 10)

  • escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos, declarando culpable al malo, para hacer recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo para darle según su justicia. (I Reyes 8, 32)

  • escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos. Da su merecido al inicuo, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo, para darle según su justicia. (II Crónicas 6, 23)

  • Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para exterminarlos, yo haré que se entreguen 10.000 talentos de plata a los intendentes, para que los ingresen en la cámara del tesoro.» (Ester 3, 9)

  • Pero, ¿se enseña a Dios la ciencia? ¡Si es él quien juzga a los seres más excelsos! (Job 21, 22)

  • él juzga al orbe con justicia, a los pueblos con rectitud sentencia. (Salmos 9, 9)

  • y se dirá: «Sí, hay un fruto para el justo; sí, hay un Dios que juzga en la tierra.» (Salmos 58, 12)

  • Salmo. De Asaf. Dios se levanta en la asamblea divina, en medio de los dioses juzga: (Salmos 82, 1)

  • ¡Alzate, oh Dios, juzga a la tierra, pues tú eres el señor de todas las naciones! (Salmos 82, 8)

  • El rey que juzga con verdad a los débiles, asegura su trono para siempre. (Proverbios 29, 14)

  • Son muchos los que buscan el favor del jefe, pero es Yahveh el que juzga a cada uno. (Proverbios 29, 26)

  • abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del mísero y del pobre. (Proverbios 31, 9)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina