Löydetty 587 Tulokset: israelitas

  • Dijo, pues, David a Joab y a los jefes del ejército: «Id, contad los israelitas desde Berseba hasta Dan, y volved después para que yo sepa su número.» (I Crónicas 21, 2)

  • En el arca no había nada más que las dos tablas que hizo poner Moisés en ella, en el Horeb, cuando Yahveh hizo alianza con los israelitas a su salida de Egipto. (II Crónicas 5, 10)

  • y he puesto allí el arca, en la cual está la alianza de Yahveh, que él pactó con los israelitas.» (II Crónicas 6, 11)

  • reconstruyó las ciudades que Juram le había dado, y estableció allí los israelitas. (II Crónicas 8, 2)

  • Con toda la gente que había quedado de los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, que no eran israelitas, (II Crónicas 8, 7)

  • cuyos descendientes habían quedado después de ellos en el país y a los que los israelitas no habían exterminado, hizo Salomón una leva que dura hasta el día de hoy. (II Crónicas 8, 8)

  • Pero no empleó Salomón a ninguno de los israelitas como esclavo para sus obras, sino como hombres de guerra, jefes y escuderos, comandantes de sus carros y de sus caballos. (II Crónicas 8, 9)

  • Roboam reinó sobre los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá. (II Crónicas 10, 17)

  • El rey Roboam envió a Adoram, jefe de la leva, pero los israelitas le mataron a pedradas y murió. Entonces el rey Roboam se apresuró a subir a su carro para huir a Jerusalén. (II Crónicas 10, 18)

  • He aquí que con nosotros, a nuestra cabeza, está Dios con sus sacerdotes y las trompetas del clamor, para lanzar el grito de guerra contra vosotros. Israelitas, no hagáis la guerra contra Yahveh, el Dios de vuestros padres, porque nada conseguiréis.» (II Crónicas 13, 12)

  • Huyeron los israelitas delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos. (II Crónicas 13, 16)

  • Quedaron entonces humillados los israelitas y prevalecieron los hijos de Judá por haberse apoyado en Yahveh, el Dios de sus padres. (II Crónicas 13, 18)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina