Löydetty 168 Tulokset: corte de piedra
tanto que por su liviandad en fornicar manchó la tierra, y fornicó con la piedra y con el leño. (Jeremías 3, 9)
Y entraron adonde el rey, a la corte (el rollo lo consignaron en la cámara de Elisamá el escriba) y anunciaron a oídos del rey todas aquellas palabras. (Jeremías 36, 20)
No tomarán de ti piedra angular ni piedra de cimientos, porque desolación por siempre serás - oráculo de Yahveh -. (Jeremías 51, 26)
Luego, en acabando tú de leer en voz alta ese libro, atas a él una piedra y lo arroja al Eufrates, (Jeremías 51, 63)
Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había algo como una piedra de zafiro en forma de trono, y sobre esta forma de trono, por encima, en lo más alto, una figura de apariencia humana. (Ezequiel 1, 26)
Miré y vi que sobre el firmamento que estaba sobre la cabeza de los querubines aparecía, semejante a la piedra de zafiro, algo como una forma de trono, por encima de ellos. (Ezequiel 10, 1)
yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, (Ezequiel 11, 19)
Y no se realizará jamás lo que se os pasa por la imaginación, cuando decís: «Seremos como las naciones, como las tribus de los otros países, adoradores del leño y de la piedra.» (Ezequiel 20, 32)
En Edén estabas, en el jardín de Dios. Toda suerte de piedras preciosas formaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda; en oro estaban labrados los aretes y pinjantes que llevabas, aderezados desde el día de tu creación. (Ezequiel 28, 13)
Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. (Ezequiel 36, 26)
Además cuatro mesas para el holocausto, de piedra de sillería, de codo y medio de largo, codo y medio de ancho y un codo de alto, sobre las cuales se colocaban los instrumentos con los que se inmolaba el holocausto y el sacrificio. (Ezequiel 40, 42)
algunos jóvenes, sin defecto corporal, de buen parecer, instruidos en toda sabiduría, cultos e inteligentes, idóneos para servir en la corte del rey, con el fin de enseñarles la escritura y la lengua de los caldeos. (Daniel 1, 4)
