Löydetty 10 Tulokset: conciudadanos
Jamor y su hijo Siquem vinieron a la puerta de su ciudad y hablaron a todos sus conciudadanos diciéndoles: (Génesis 34, 20)
algunos hombres, malvados, salidos de tu propio seno, han seducido a sus conciudadanos diciendo: «Vamos a dar culto a otros dioses», desconocidos de vosotros, (Deuteronomio 13, 14)
Esta es la causa por la que nuestros conciudadanos se nos muestran hostiles. Han matado a cuantos de nosotros han caído en sus manos y nos han arrebatado nuestras haciendas. (I Macabeos 6, 24)
se hizo llevar donde el rey, no porque pretendiera acusar a sus conciudadanos, sino que miraba por los intereses generales y particulares de toda su gente. (II Macabeos 4, 5)
Menelao, por su parte, por la avaricia de aquellos gobernantes, permaneció en el poder, creciendo en maldad, constituido en el principal adversario de sus conciudadanos. (II Macabeos 4, 50)
Por último encontró un final desastroso: acusado ante Aretas, tirano de los árabes, huyendo de su ciudad, perseguido por todos, detestado como apóstata de las leyes, y abominado como verdugo de la patria y de los conciudadanos, fue arrojado a Egipto. (II Macabeos 5, 8)
en el monte Garizim, a Andrónico, y además de éstos, a Menelao, que superaba a los demás en maldad contra sus conciudadanos. El rey, que albergaba hacia los judíos sentimientos de odio, (II Macabeos 5, 23)
Razías, uno de los ancianos de Jerusalén, fue denunciado a Nicanor. Era hombre amante de sus conciudadanos, muy bien considerado, llamado por su buen corazón «Padre de los judíos», (II Macabeos 14, 37)
Entonces, el que en primera fila se había entregado, en cuerpo y alma, al bien de sus conciudadanos, el que había guardado hacia sus compatriotas los buenos sentimientos de su juventud, mandó cortar la cabeza de Nicanor y su brazo, hasta el hombro, y llevarlos a Jerusalén. (II Macabeos 15, 30)
Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, (Efesios 2, 19)