Löydetty 245 Tulokset: Libro sagrado
Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales. (Eclesiástico 50, 27)
Toda revelación será para vosotros como palabras de un libro sellado, que da uno al que sabe leer diciendo: «Ea, lee eso»; y dice el otro: «No puedo, porque está sellado»; (Isaías 29, 11)
y luego pone el libro frente a quien no sabe leer, diciendo: «Ea, lee eso»; y dice éste: «No sé leer» (Isaías 29, 12)
Oirán aquel día los sordos palabras de un libro, y desde la tiniebla y desde la oscuridad los ojos de los ciegos las verán, (Isaías 29, 18)
Ahora ven, escríbelo en una tablilla, grábalo en un libro, y que dure hasta el último día, para testimonio hasta siempre: (Isaías 30, 8)
se esfuma todo el ejército de los cielos. Se enrollan como un libro los cielos, y todo su ejército palidece como palidece el sarmiento de la cepa, como una hoja mustia de higuera. (Isaías 34, 4)
Buscad el libro de Yahveh y leed; no faltará ninguno de ellos, ninguno de ellos echará en falta a otro. Pues su misma boca lo ha ordenado y su mismo espíritu los junta. (Isaías 34, 16)
Que así dice el Excelso y Sublime, el que mora por siempre y cuyo nombre es Santo. «En lo excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el humillado y abatido de espíritu, para avivar el espíritu de los abatidos, para avivar el ánimo de los humillados. (Isaías 57, 15)
Y atraeré sobre aquella tierra todas las palabras que he hablado respecto a ella, todo lo que está escrito en este libro. Lo que profetizó Jeremías tocante a la generalidad de las naciones. (Jeremías 25, 13)
Así dice Yahveh el Dios de Israel: Escríbete todas las palabras que te he hablado en un libro. (Jeremías 30, 2)
Así dice Yahveh: Halló gracia en el desierto el pueblo que se libró de la espada: va a su descanso Israel. (Jeremías 31, 2)
y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza, y toda la Campa del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta de los Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a ser destruido ni dado al anatema nunca jamás. (Jeremías 31, 40)