Löydetty 238 Tulokset: Haré

  • Por eso, los padres devorarán a sus hijos, en medio de ti, y los hijos devorarán a sus padres. Yo haré justicia de ti y esparciré lo que quede de ti a todos los vientos. (Ezequiel 5, 10)

  • Y haré de ti una ruina, un oprobio entre las naciones que te rodean, a los ojos de todos los transeúntes. (Ezequiel 5, 14)

  • Enviaré contra vosotros el hambre y las bestias feroces, que te dejarán sin hijos; la peste y la sangre pasarán por ti, y haré venir contra ti la espada. Yo, Yahveh, he hablado. (Ezequiel 5, 17)

  • Vuestros altares serán devastados, vuestros braseros de incienso serán rotos, haré caer a vuestros habitantes, acribillados, delante de vuestras basuras, (Ezequiel 6, 4)

  • Pero haré que os queden, entre las naciones, algunos supervivientes de la espada, cuando seáis dispersados por los países. (Ezequiel 6, 8)

  • Extenderé mi mano contra ellos y haré de esta tierra una soledad desolada, desde el desierto hasta Riblá, en todo lugar donde habiten; y sabrán que yo soy Yahveh. (Ezequiel 6, 14)

  • Yo haré venir a las naciones más crueles, que se apoderarán de sus casas. Pondré fin al orgullo de los poderosos y sus santuarios serán profanados. (Ezequiel 7, 24)

  • Pues bien, tampoco yo tendré una mirada de piedad ni perdonaré. Haré caer su conducta sobre su cabeza». (Ezequiel 9, 10)

  • Por eso, así dice el Señor Yahveh: Las víctimas que habéis tirado en medio de ella son la carne, y ella es la olla; pero yo os haré salir de ella. (Ezequiel 11, 7)

  • Os sacaré de la ciudad, os entregaré en mano de extranjeros, y haré justicia de vosotros. (Ezequiel 11, 9)

  • En cuanto a aquellos cuyo corazón va en pos de sus monstruos y abominaciones, yo haré recaer su conducta sobre su cabeza, oráculo del Señor Yahveh.» (Ezequiel 11, 21)

  • Pues bien diles: Así dice el Señor Yahveh: Yo haré que calle ese proverbio; no se le repetirá más en Israel. Diles en cambio: Llegan los días en que toda visión se cumplirá, (Ezequiel 12, 23)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina