Löydetty 422 Tulokset: Boca
y me dijo: «Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy.» Lo comí y fue en mi boca dulce como la miel. (Ezequiel 3, 3)
«Hijo de hombre, yo te he puesto como centinela de la casa de Israel. Oirás de mi boca la palabra y les advertirás de mi parte. (Ezequiel 3, 17)
Mas cuando yo te hable, abriré tu boca y les dirás: Así dice el Señor Yahveh; quien quiera escuchar, que escuche, y quien no quiera, que lo deje; porque son una casa de rebeldía.» (Ezequiel 3, 27)
Yo dije entonces: «¡Ah, Señor Yahveh!, mi alma no está impura. Desde mi infancia hasta el presente jamás he comido bestia muerta o despedazada, ni carne corrompida entró en mi boca.» (Ezequiel 4, 14)
para que te acuerdes y te avergüences y no oses más abrir la boca de vergüenza, cuando yo te haya perdonado todo lo que has hecho, oráculo del Señor Yahveh. (Ezequiel 16, 63)
Aquel día se abrirá tu boca para hablar al fugitivo; hablarás y ya no seguirás mudo; serás un símbolo para ellos, y sabrán que yo soy Yahveh. (Ezequiel 24, 27)
Aquel día yo haré brotar un cuerno a la casa de Israel, y a ti te permitiré abrir la boca en medio de ellos. Y sabrán que yo soy Yahveh. (Ezequiel 29, 21)
A ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de Israel. Cuando oigas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte. (Ezequiel 33, 7)
La mano de Yahveh había venido sobre mí, la tarde antes de llegar el fugitivo, y me había abierto la boca para cuando éste llegó donde mí por la mañana; mi boca se abrió y no estuve más mudo. (Ezequiel 33, 22)
Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo contra los pastores: reclamaré mi rebaño de sus manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca, y no serán más su presa. (Ezequiel 34, 10)
Me habéis desafiado con vuestra boca, habéis multiplicado contra mí vuestras palabras, lo he oído todo. (Ezequiel 35, 13)
Y hoy no podemos abrir nuestra boca, la vergüenza y el oprobio han alcanzado a los que te sirven y te adoran. (Daniel 3, 33)