Löydetty 177 Tulokset: �Puertas

  • Sobre el monte pelado izad la bandera, levantad la voz a ellos, agitad la mano y que entren por las puertas de los nobles. (Isaías 13, 2)

  • Abrid las puertas, y entrará una gente justa que guarda fidelidad; (Isaías 26, 2)

  • Yo dije: A la mitad de mis días me voy; en las puertas del seol se me asigna un lugar para el resto de mis años. (Isaías 38, 10)

  • Así dice Yahveh a su Ungido Ciro, a quien he tomado de la diestra para someter ante él a las naciones y desceñir las cinturas de los reyes, para abrir ante él los batientes de modo que no queden cerradas las puertas. (Isaías 45, 1)

  • Haré de rubí tus baluartes, tus puertas de piedras de cuarzo y todo tu término de piedras preciosas. (Isaías 54, 12)

  • Abiertas estarán tus puertas de continuo; ni de día ni de noche se cerrarán, para dejar entrar a ti las riquezas de las naciones, traídas por sus reyes. (Isaías 60, 11)

  • No se oirá más hablar de violencia en tu tierra, ni de despojo o quebranto en tus fronteras, antes llamarás a tus murallas «Salvación» y a tus puertas «Alabanza». (Isaías 60, 18)

  • ¡Pasad, pasad por las puertas! ¡Abrid camino al pueblo! ¡Reparad, reparad el camino, y limpiadlo de piedras! ¡Izad pendón hacia los pueblos! (Isaías 62, 10)

  • Porque en seguida llamo yo a todas las familias reinos del norte - oráculo de Yahveh - y vendrán a instalarse a las mismas puertas de Jerusalén, y frente a todas sus murallas en torno, y contra todas las ciudades de Judá, (Jeremías 1, 15)

  • Párate en la puerta de la Casa de Yahveh y proclamarás allí esta palabra. Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que entráis por estas puertas a postraros ante Yahveh. (Jeremías 7, 2)

  • y voy a beldarlos con el bieldo en las puertas del país. He dejado sin hijos, he malhadado a mi pueblo, porque de sus caminos no se convertían. (Jeremías 15, 7)

  • Yahveh me dijo así: Ve y te paras a la puerta de los Hijos del pueblo, por la que entran los reyes de Judá y por la que salen, y asimismo en todas las puertas de Jerusalén, (Jeremías 17, 19)


“O verdadeiro servo de Deus é aquele que usa a caridade para com seu próximo, que está decidido a fazer a vontade de Deus a todo custo, que vive em profunda humildade e simplicidade”. São Padre Pio de Pietrelcina