Löydetty 6018 Tulokset: sus
Magdiel e Irám. Estos son los clanes de Edóm que residen en sus propios territorios. Esaú es el padre de Edóm. (Génesis 36, 43)
Esta es la historia de Jacob. José tenía diecisiete años, y apacentaba el rebaño, ayudando a sus hermanos, los hijos de Bilhá y Zilpá, las mujeres de su padre. En cierta ocasión, refirió a Jacob lo mal que se hablaba de ellos. (Génesis 37, 2)
Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de su vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas. (Génesis 37, 3)
Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo. (Génesis 37, 4)
Una vez, José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos. (Génesis 37, 5)
Sus hermanos le preguntaron: "¿Acaso pretendes reinar sobre nosotros y tenernos bajo tu dominio?". Y lo odiaron más todavía por lo que contaba acerca de sus sueños. (Génesis 37, 8)
Después tuvo otro sueño, y también lo contó a sus hermanos. "Tuve otro sueño, les dijo. El sol, la luna y once estrellas se postraban delante de mi". (Génesis 37, 9)
Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre reflexionaba sobre todas estas cosas. (Génesis 37, 11)
Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquém para apacentar el rebaño de su padre. (Génesis 37, 12)
"Se han ido de aquí, repuso el hombre, porque les oí decir: ‘Vamos a Dotán’". José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán. (Génesis 37, 17)
"¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!". (Génesis 37, 20)
Y agregó: "No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él". En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo. (Génesis 37, 22)