Löydetty 25 Tulokset: participar

  • pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. (Lucas 20, 35)

  • Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. (Juan 18, 28)

  • Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. (Hechos 2, 42)

  • Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. (Romanos 8, 21)

  • Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes. (I Corintios 9, 23)

  • Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena, espérense unos a otros. (I Corintios 11, 33)

  • nos pidieron, con viva insistencia, que les permitiéramos participar de este servicio en favor de los hermanos de Jerusalén. (II Corintios 8, 4)

  • El que recibe la enseñanza de la Palabra, que haga participar de todos sus bienes al que lo instruye. (Gálatas 6, 6)

  • Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, (Filipenses 3, 10)

  • y darán gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. (Colosenses 1, 12)

  • Y ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al demonio, (Hebreos 2, 14)

  • Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de los malos deseos. (II Pedro 1, 4)


“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina