Löydetty 226 Tulokset: nuestra

  • Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. (Cantar 2, 12)

  • Tenemos una hermana pequeña, aún no le han crecido los pechos. ¿Qué haremos con nuestra hermana, cuando vengan a pedirla? (Cantar 8, 8)

  • Ellos se dicen entre sí, razonando equivocadamente: "Breve y triste es nuestra vida, no hay remedio cuando el hombre llega a su fin ni se sabe de nadie que haya vuelto del Abismo. (Sabiduría 2, 1)

  • Hemos nacido por obra del azar, y después será como si no hubiéramos existido. Nuestra respiración no es más que humo, y el pensamiento, una chispa que brota de los latidos del corazón; (Sabiduría 2, 2)

  • Nuestro nombre será olvidado con el tiempo y nadie se acordará de nuestras obras; nuestra vida habrá pasado como una nube, sin dejar rastro, se disipará como la bruma, evaporada por los rayos del sol y agobiada por su calor. (Sabiduría 2, 4)

  • El tiempo de nuestra vida es una sombra fugaz y nuestro fin no puede ser retrasado: una vez puesto el sello, nadie vuelve sobre sus pasos. (Sabiduría 2, 5)

  • que ninguno de nosotros falte a nuestra orgía, dejemos por todas partes señales de nuestra euforia, porque eso es lo que nos toca y esa es nuestra herencia! (Sabiduría 2, 9)

  • Que nuestra fuerza sea la norma de la justicia, porque está visto que la debilidad no sirve para nada. (Sabiduría 2, 11)

  • Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida. (Sabiduría 2, 12)

  • Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable, (Sabiduría 2, 14)

  • ¿De qué nos sirvió nuestra arrogancia? ¿De qué nos valió jactarnos de las riquezas? (Sabiduría 5, 8)

  • Así también nosotros, desaparecimos apenas nacidos y no tenemos para mostrar ninguna señal de virtud, porque nos hemos consumido en nuestra maldad". (Sabiduría 5, 13)


“Agradeça sempre ao Pai eterno por sua infinita misericórdia”. São Padre Pio de Pietrelcina