Löydetty 268 Tulokset: lluvia de piedras

  • ¡Pasen, pasen por las puertas, preparen el camino del pueblo, terraplenen el sendero, límpienlo de piedras, levanten un estandarte ante los pueblos! (Isaías 62, 10)

  • Por eso se detuvieron los aguaceros y no hubo lluvia de primavera. Pero tú tenías frente de prostituta, rehusabas avergonzarte. (Jeremías 3, 3)

  • y no han dicho en su corazón: "Temamos al Señor, nuestro Dios, que da la lluvia, la lluvia de otoño y la lluvia de primavera a su debido tiempo, y que nos asegura las semanas fijas para la cosecha". (Jeremías 5, 24)

  • Cuando él truena, retumban las aguas en el cielo, hace subir las nubes desde el horizonte, desata la lluvia con los relámpagos, hace salir el viento de sus depósitos. (Jeremías 10, 13)

  • Al ver el suelo agrietado, porque no hay lluvia en el país, los campesinos, avergonzados, se agarran la cabeza. (Jeremías 14, 4)

  • Toma en tus manos unas piedras grandes, y húndelas, a la vista de algunos judíos, en el cemento del piso de ladrillos que está a la entrada de la casa del Faraón, en Tafnis. (Jeremías 43, 9)

  • Luego les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Miren que yo mando traer a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi servidor: él instalará su trono encima de estas piedras que yo he hundido, y extenderá sobre ellas su baldaquino. (Jeremías 43, 10)

  • Cuando él truena, retumban las aguas en el cielo, hace subir las nubes desde el horizonte, desata la lluvia con los relámpagos, hace salir el viento de sus depósitos. (Jeremías 51, 16)

  • Cercó mis caminos con piedras talladas, entorpeció mis senderos. (Lamentaciones 3, 9)

  • Ahogaron mi vida en un pozo y arrojaron piedras sobre mí. (Lamentaciones 3, 53)

  • ¡Cómo se ha oscurecido el oro, se ha empañado el oro más puro! Las piedras sagradas están tiradas en todas las esquinas. (Lamentaciones 4, 1)

  • Estos pedazos de madera, recubiertos de oro y plata, son como piedras extraídas de la montaña, y sus servidores quedarán avergonzados. (Baruc 6, 38)


“O amor sem temor torna-se presunção.” São Padre Pio de Pietrelcina