Löydetty 128 Tulokset: el buen pastor

  • Los malvados remueven los mojones, se apoderan del rebaño y del pastor. (Job 24, 2)

  • Salmo de David. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. (Salmos 23, 1)

  • Serán puestos como ovejas en el Abismo, la Muerte será su pastor; bajarán derecho a la tumba, su figura se desvanecerá y el Abismo será su mansión. (Salmos 49, 15)

  • El que ofrece sacrificios de alabanza, me honra de verdad; y al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios". (Salmos 50, 23)

  • Cuando iba detrás de las ovejas, lo llamó para que fuera pastor de Jacob, su pueblo, y de Israel, su herencia; (Salmos 78, 71)

  • Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, (Salmos 80, 2)

  • Nosotros aceptamos de buen grado servir a tu padre, cumplir sus ordenes y obedecer sus decretos. (I Macabeos 6, 23)

  • En seguida envió a Jonatán, hijo de Absalón, a Jope, con un buen número de hombres, y este expulsó a sus habitantes y se estableció en ella. (I Macabeos 13, 11)

  • Ante esto, todos rogaban que aquella aparición fuera señal de buen augurio. (II Macabeos 5, 4)

  • Al terminar la súplica, empuñaron las armas y avanzaron un buen trecho fuera de la ciudad. Cuando estuvieron cerca de sus enemigos, se detuvieron. (II Macabeos 10, 27)

  • Por lo tanto, harás un buen servicio enviándoles una embajada de paz, a fin de que, conociendo nuestra decisión, puedan vivir confiados y se dediquen de buen ánimo a sus propias ocupaciones". (II Macabeos 11, 26)

  • El Macabeo, por su parte, viendo que Nicanor lo trataba más secamente y que le demostraba una gran frialdad en sus relaciones habituales, pensó que esa actitud no presagiaba nada bueno. Entonces reunió a un buen número de sus compañeros y se ocultó de Nicanor. (II Macabeos 14, 30)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina