Löydetty 904 Tulokset: conquista de Jerusalén

  • Deportó a todo Jerusalén, a todos los jefes y a toda la gente rica -diez mil deportados- además de todos los herreros y cerrajeros: sólo quedó la gente más pobre del país. (II Reyes 24, 14)

  • Deportó a Joaquín a Babilonia; y también llevó deportados de Jerusalén a Babilonia a la madre y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los grandes del país. (II Reyes 24, 15)

  • Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamutal, hija de Jeremías, y era de Libná. (II Reyes 24, 18)

  • Esto sucedió en Jerusalén y en Judá a causa de la ira del Señor, hasta que al fin él los arrojó lejos de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia. (II Reyes 24, 20)

  • El día siete del quinto mes -era el decimonoveno año de Nabucodonosor, rey de Babilonia- Nebuzaradán, comandante de la guardia, que prestaba servicio ante el rey de Babilonia, entró en Jerusalén. (II Reyes 25, 8)

  • Incendió la Casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén, y prendió fuego a todas las casa de los nobles. (II Reyes 25, 9)

  • Después, el ejército de los caldeos que estaba con el comandante de la guardia derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén. (II Reyes 25, 10)

  • Estos seis hijos le nacieron a David en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses. Además, David reinó en Jerusalén treinta y tres años, (I Crónicas 3, 4)

  • y estos son los hijos que le nacieron en Jerusalén: Simeá, Sobab, Natán y Salomón, los cuatro hijos de Betsabé, hija de Amiel. (I Crónicas 3, 5)

  • Iojanán fue padre de Azarías, el cual ejerció el sacerdocio en el Templo que Salomón edificó en Jerusalén; (I Crónicas 5, 36)

  • Iehosadac fue al destierro, cuando el Señor deportó a los habitantes de Judá y de Jerusalén por medio de Nabucodonosor. (I Crónicas 5, 41)

  • Ellos servían como cantores ante la Morada -la Carpa del Encuentro- hasta que Salomón edificó el Templo del Señor en Jerusalén, y prestaban servicio conforme a su reglamento. (I Crónicas 6, 17)


“Não sejamos mesquinhos com Deus que tanto nos enriquece.” São Padre Pio de Pietrelcina