Löydetty 2158 Tulokset: Mar

  • y contemplando la humareda del incendio, exclamaban: «¡Ninguna ciudad se podía comparar a la gran Ciudad!». (Apocalipsis 18, 18)

  • Y echándose tierra sobre su cabeza, llorando y lamentándose, decían: «¡Ay, ay! ¡La gran Ciudad! Con su opulencia se enriquecieron todos los que poseían barcos en el mar. ¡Y en una hora ha sido arrasada!». (Apocalipsis 18, 19)

  • Y un Ángel poderoso tomó una piedra del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: «Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá». (Apocalipsis 18, 21)

  • Y volvieron a decir: «¡Aleluya! La humareda de la Ciudad se eleva por los siglos de los siglos». (Apocalipsis 19, 3)

  • Pero la Bestia fue capturada, junto con el falso profeta -aquel que realizaba prodigios delante de la otra Bestia, y así logró seducir a los que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen- y ambos fueron arrojados vivos al estanque de azufre ardiente. (Apocalipsis 19, 20)

  • Entonces vi unos tronos, y los que se sentaron en ellos recibieron autoridad para juzgar. También vi las almas de los que habían sido decapitados a causa del testimonio de Jesús y de la Palabra de Dios, y a todos los que no habían adorado a la Bestia ni a su imagen, ni habían recibido su marca en la frente o en la mano. Ellos revivieron y reinaron con Cristo durante mil años. (Apocalipsis 20, 4)

  • Saldrá para seducir a los pueblos que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número será tan grande como las arenas del mar, (Apocalipsis 20, 8)

  • y marcharán sobre toda la extensión de la tierra, para rodear el campamento de los santos, la Ciudad muy amada. Pero caerá fuego del cielo y los consumirá. (Apocalipsis 20, 9)

  • El mar devolvió a los muertos que guardaba: la Muerte y el Abismo hicieron lo mismo, y cada uno fue juzgado según sus obras. (Apocalipsis 20, 13)

  • Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. (Apocalipsis 21, 1)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina