Löydetty 201 Tulokset: Jonatán

  • Allí están con ellos sus dos hijos, Ajimáas, el de Sadoc, y Jonatán, el de Abiatar: por medio de ellos me comunicarán todo lo que oigan". (II Samuel 15, 36)

  • Jonatán y Ajimáas estaban junto a la Fuente de Roguel. Una esclava fue a llevarles la noticia, para que ellos, a su vez, fueran a informar a David, porque no podían dejarse ver entrando en la ciudad. (II Samuel 17, 17)

  • Los servidores de Absalón entraron en la casa de esa mujer y preguntaron: "¿Dónde están Ajimáas y Jonatán?". La mujer les respondió: "Pasaron por aquí en dirección a las aguas". Ellos registraron, y al no encontrar nada, se volvieron a Jerusalén. (II Samuel 17, 20)

  • El rey le perdonó la vida a Meribaal, hijo de Jonatán, a causa del juramento que David y Jonatán, hijo de Saúl, se habían hecho en nombre del Señor. (II Samuel 21, 7)

  • él fue a pedir los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán a los ciudadanos de Iabés de Galaad, que los habían retirado furtivamente de la explanada de Betsán, donde los habían suspendido los filisteos el día en que derrotaron a Saúl en Gelboé. (II Samuel 21, 12)

  • David se llevó de allí los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán, y también recogió los huesos de los que habían sido colgados. (II Samuel 21, 13)

  • Y como desafiaba a Israel, lo mató Jonatán, hijo de Simeá, hermano de David. (II Samuel 21, 21)

  • Eliajbá, de Saalbón; Iasen, de Gizón; Jonatán, (II Samuel 23, 32)

  • Todavía estaba hablando, cuando llegó Jonatán, el hijo del sacerdote Ebiatar. Adonías dijo: "Ven, tú eres un hombre de bien y seguro que traes buenas noticias". (I Reyes 1, 42)

  • Pero Jonatán tomó la palabra y dijo a Adonías: "¡Al contrario! Nuestro señor, el rey David, ha proclamado rey a Salomón. (I Reyes 1, 43)

  • Los hijos de Iadá, el hermano de Samai, fueron Iéter y Jonatán. Iéter murió sin tener hijos, (I Crónicas 2, 32)

  • y los hijos de Jonatán fueron Pélet y Zazá. Estos fueron los descendientes de Ierajmeel. (I Crónicas 2, 33)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina