Löydetty 61 Tulokset: Digan

  • Cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir: digan lo que se les enseñe en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu Santo. (Marcos 13, 11)

  • Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!". (Lucas 10, 5)

  • curen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes". (Lucas 10, 9)

  • Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: (Lucas 10, 10)

  • Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; (Lucas 11, 2)

  • Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!». (Lucas 13, 35)

  • Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"». (Lucas 17, 10)

  • y digan a su dueño: El Maestro manda preguntarte: "¿Dónde está la sala en que podré comer la Pascua con mis discípulos?". (Lucas 22, 11)

  • Por lo menos, que digan los que están aquí de qué delito me encontraron culpable cuando comparecí delante del Sanedrín. (Hechos 24, 20)

  • Por eso, renuncien a la mentira y digan siempre la verdad a su prójimo, ya que todos somos miembros, los unos de los otros. (Efesios 4, 25)

  • Digan a Arquipo que esté atento al ministerio que recibió para servir al Señor y que lo cumpla bien. (Colosenses 4, 17)

  • Digan más bien: «Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello». (Santiago 4, 15)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina