Löydetty 89 Tulokset: Absalón
el segundo, Quilab, hijo de Abigail, la mujer de Nabal de Carmel; el tercero, Absalón, hijo de Maacá, la hija de Talmai, rey de Guesur; (II Samuel 3, 3)
Un tiempo después, sucedió lo siguiente. Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy hermosa, llamada Tamar, y Amnón, hijo de David, se enamoró de ella. (II Samuel 13, 1)
y dijo a Amnón: "¿Qué te pasa, príncipe, que cada día estás más deprimido? ¿No me lo vas a contar?". Amnón le respondió: "Es por Tamar, la hermana de mi hermano Absalón. Estoy enamorado de ella". (II Samuel 13, 4)
Su hermano Absalón le dijo: "¿Fue tu hermano Amnón el que estuvo contigo? Ahora, hermana, no hables más de esto. Él es tu hermano, no tomes la cosa tan a pecho". Y Tamar se quedó desolada en casa de su hermano Absalón. (II Samuel 13, 20)
Absalón, por su parte, no le dirigió más la palabra a Amnón, debido al rencor que le tenía por haber violado a su hermana Tamar. (II Samuel 13, 22)
Dos años más tarde, se hacía la esquila para Absalón en Baal Jasor, que está cerca de Efraím, y él invitó a todos los hijos del rey. (II Samuel 13, 23)
Absalón se presentó al rey y le dijo: "Tu servidor está esquilando las ovejas. Háganme el honor de venir conmigo el rey y sus servidores". (II Samuel 13, 24)
El rey respondió a Absalón: "No, hijo mío, no vamos a ir todos a ponerte en gastos". Él le insistió, pero David no quiso ir y lo despidió con su bendición. (II Samuel 13, 25)
Entonces Absalón dijo: "Permite al menos que venga con nosotros mi hermano Amnón". "¿Para qué va a ir contigo?", repuso David. (II Samuel 13, 26)
Pero Absalón le insistió tanto, que David dejó partir con él a Amnón y a todos los hijos del rey. Absalón preparó un regio banquete, (II Samuel 13, 27)
Los servidores hicieron a Amnón lo que Absalón les había ordenado. Entonces todos los hijos del rey se levantaron, montaron cada uno en su mula y huyeron. (II Samuel 13, 29)
Cuando todavía estaban en camino, David recibió esta noticia: "Absalón ha matado a todos los hijos del rey; no ha quedado ni uno solo". (II Samuel 13, 30)