Löydetty 3178 Tulokset: �pero

  • Pero cuando la iban a sacar, ella mandó decir a su suegro: "Estas cosas pertenecen al hombre que me dejó embarazada. Averigua quién es el dueño de este sello, este cordón y ese bastón". (Génesis 38, 25)

  • Pero luego retiró su mano, y el otro salió antes. Entonces ella dijo: "¡Cómo te has abierto una brecha!". Por eso fue llamado Peres. (Génesis 38, 29)

  • Pero como el Señor estaba con José, la suerte lo favoreció, y quedó en la casa de su patrón, el egipcio. (Génesis 39, 2)

  • Pero él se negó y respondió a la mujer: "Teniéndome a mí, mi patrón ya no piensa en los asuntos de su casa, porque me ha confiado todo lo que posee. (Génesis 39, 8)

  • Pero un día, José entró en la casa para cumplir con sus obligaciones, en el preciso momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente. (Génesis 39, 11)

  • Entonces ella lo tomó de la ropa y le insistió: "Acuéstate conmigo". Pero él huyó, dejando su manto en las manos de la mujer, y se alejó de allí. (Génesis 39, 12)

  • llamó a sus servidores y les dijo: "¡Miren! Mi marido nos ha traído un hebreo, sólo para que se ría de nosotros. Él intentó acostarse conmigo, pero yo grité lo más fuerte que pude. (Génesis 39, 14)

  • Pero cuando yo grité pidiendo auxilio, él dejó su manto a mi lado y se escapó". (Génesis 39, 18)

  • Pero el Señor estaba con José y le mostró su bondad, haciendo que se ganara la simpatía del jefe de los carceleros. (Génesis 39, 21)

  • Ellos le respondieron: "Hemos tenido un sueño, y aquí no hay nadie que lo interprete". José les dijo: "La interpretación es obra de Dios; pero de todos modos cuéntenme lo que soñaron". (Génesis 40, 8)

  • Pero inmediatamente después brotaron otras siete espigas, delgadas y quemadas por el viento del este; (Génesis 41, 6)

  • A la mañana siguiente, el Faraón se sintió muy preocupado y mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto, para contarles sus sueños. Pero nadie se los pudo interpretar. (Génesis 41, 8)


“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina