Löydetty 309 Tulokset: tierras conquistadas por josué 12

  • Josué perdonó la vida de la prostituta y la de su familia, y ella permaneció en Israel. (Josué 6, 25)

  • Josué pidió al pueblo que repitiera esta maldición: «Que Yavé maldiga al que reconstruya Jericó. Que los cimientos se levanten sobre el cuerpo de su hijo mayor, y las puertas sobre el de su hijo menor.» (Josué 6, 26)

  • Así estuvo Yavé con Josué y lo hizo famoso en todo el país. (Josué 6, 27)

  • Josué había despachado a algunos hombres desde Jericó a Hay, vecino a Betaven, al este de la ciudad de Betel, y les dijo: «Vayan y reconozcan la tierra.» (Josué 7, 2)

  • Entonces Josué y todos los jefes de Israel rasgaron sus vestidos, se cubrieron de ceniza la cabeza y permanecieron postrados delante del Arca de Yavé hasta la tarde. (Josué 7, 6)

  • Josué se lamentó: «Ay, Yavé, ¿por qué hiciste pasar a este pueblo el río Jordán para entregarnos después en manos del amorreo y exterminarnos? Mejor hubiera sido para nosotros permanecer al otro lado del Jordán. (Josué 7, 7)

  • Josué se levantó de madrugada y ordenó que se presentaran las tribus de Israel. La suerte cayó sobre la tribu de Judá. (Josué 7, 16)

  • Josué, entonces, le dijo: «Hijo mío, confiesa la verdad ante Yavé, Dios de Israel, y hónralo. Dime lo que has hecho sin disimular nada.» (Josué 7, 19)

  • Josué entonces envió unos mensajeros, que corrieron a la tienda de Acán y encontraron el botín en la tienda, y la plata debajo. (Josué 7, 22)

  • Llevaron todo y lo presentaron a Josué y al pueblo; todo fue depositado ante Yavé. (Josué 7, 23)

  • Entonces Josué tomó a Acán, junto con la plata, la capa y el oro, con sus hijos y también sus hijas, sus bueyes, burros y ovejas, su tienda y todo cuanto tenía. Todo Israel lo acompañaba y los llevaron al valle de Acor. (Josué 7, 24)

  • Allí Josué le dijo: «Ya que tú nos trajiste la desgracia, que Yavé te traiga la desgracia en este día.» Todo el pueblo lo apedreó. De los suyos, unos fueron machacados, otros quemados. (Josué 7, 25)


“Viva feliz. Sirva ao Senhor alegremente e com o espírito despreocupado.” São Padre Pio de Pietrelcina